Skip to main content

Aplicaciones

La edición génica es una herramienta con mucho potencial para poder acelerar los cambios o adaptaciones de los cultivos. Estos mismos cambios, en muchos casos, se podrían conseguir mediante cruces tradicionales pero con la edición génica ocurren de una forma mucho más rápida y eficiente, sin desperdiciar recursos materiales y económicos (grandes áreas de terreno, agua, abono, etc.). Actualmente, nos enfrentamos a una serie de retos a nivel mundial que hacen que la producción de alimentos sea un punto clave a abordar, y la edición génica puede ser una herramienta más, aunque no la única, para poder hacer frente a estos retos.

Uno de los retos actuales más importantes a los que se enfrenta la humanidad es el crecimiento exponencial de la población mundial, por lo que el rendimiento de la producción de alimentos es un tema crucial.

La modificación genética ha permitido la alteración de genes implicados en la regulación de la floración y el desarrollo de frutos en cultivos como el arroz, el trigo y el maíz. Al cultivar plantas con más flores y más frutos, por lo tanto, más productivas, se reduce el área de cultivo necesaria para obtener la misma cantidad de alimentos.

La edición génica se ha utilizado para generar cultivos con mayor resistencia a enfermedades, como por ejemplo en cultivos tan importantes como el arroz, la fuente de alimentación principal de la mitad de la población. El arroz es el cultivo con el que más se está estudiando la aplicación de la edición génica.

En 2018, investigadores filipinos del Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI por sus siglas en inglés) utilizaron CRISPR para crear una variedad de arroz más resistente a las plagas. Al editar un gen que produce un pesticida natural, los investigadores pudieron crear una variedad de arroz más resistente al saltamontes marrón, una de las principales plagas de este cereal.

Para hacer frente a las consecuencias del cambio climático se han generado cultivos capaces de tolerar la sequía, editando genes implicados en el transporte y uso del agua. Al tener plantas con mayor eficiencia hídrica se reduce la cantidad de agua necesaria para el crecimiento.

Los investigadores de la Universidad de California crearon una variedad de maíz editada genéticamente que produce el mismo rendimiento con hasta un 90% menos de agua.

La edición génica permite la modificación de la composición nutricional, tanto para incrementar los niveles de productos beneficiosos como vitaminas o ácidos grasos, como para disminuir la cantidad de algunos componentes y así evitar intolerancias alimentarias.

Ejemplos comercializados de este tipo de alimentos editados genéticamente:

  • Soja con un alto contenido en ácido oleico (Estados Unidos y Canadá, 2019)
  • Tomate enriquecido con GABA que tiene efectos beneficiosos para la salud (Japón, 2021)
  • Hojas de mostaza menos picantes (Estados Unidos, 2023)
  • Camelina enriquecida con omega 3 (Reino Unido, 2023)

La edición génica puede contribuir a la reducción del impacto medioambiental de la agricultura, editando genes implicados en la fijación del nitrógeno, elemento fundamental para el crecimiento vegetal. Se han creado cultivos capaces de fijar el nitrógeno de la atmósfera, reduciendo así la necesidad de fertilizantes perjudiciales para el medio ambiente.

En 2017 se editó el genoma de una variedad de arroz para aumentar su capacidad de absorción de nitrógeno.

La edición génica se puede utilizar para evitar el desperdicio de comida, modificando diferentes características de los alimentos. Por ejemplo, se puede alargar la vida útil retrasando la maduración de los vegetales o evitando condiciones no deseadas por el consumidor, como puede ser el cambio de color de los alimentos debido a la oxidación.

Ejemplos comercializados de este tipo de alimentos editados genéticamente:

  • Patata que no se ennegrece una vez cortada (Argentina, 2018)
  • Plátano con una vida útil más larga (Filipinas, 2023)

En el CRAG, el grupo liderado por Ana I. Caño-Delgado estudia los mecanismos de adaptación del sorgo (cereal) a las temperaturas elevadas y la sequía.

En el CRAG, el grupo liderado por Montserrat Martín y Juan José López Moya está desarrollando tomates resistentes al virus del mosaico del pepino.

En el CRAG, el grupo liderado por Jordi García-Mas y Marta Pujol ha desarrollado melones en los cuales se ha retrasado su maduración, con lo que se consigue alargar su vida postcosecha.

En el CRAG, el grupo liderado por Blanca San Segundo ha desarrollado arroz resistente a plagas, por ejemplo, a la provocada por el hongo del añublo.

Miembros del Consorcio CRAG:

El CRAG es miembro de:

Proyecto de divulgación financiado por: